HISTORIAS DE IMPACTO
Durante una clase, una joven madre contó entre lágrimas que había sido maltratada y abandonada por su marido. Tenía un hijo pequeño, pero sentía que no podía amarle. Dijo que lo odiaba porque le recordaba a su marido.
Después de completar el programa, se dio cuenta de que podía criar a su hijo de otra manera: él no tenía por qué crecer siendo un maltratador como su padre. Sentía que podía querer a su hijo y tener esperanza para su futuro.
“Estoy muy contenta de haber tenido la oportunidad de asistir a este taller. Me gusta mucho lo que se enseña en la clase. Aprendimos que tenemos que pasar tiempo con nuestros hijos, escucharlos y hablarles. Tradicionalmente, en una familia, el padre es quien toma las decisiones y no permite que su mujer y sus hijos hablen y tomen decisiones. Como hacemos en nuestra familia, haremos lo mismo en nuestra iglesia. Como no nos escuchamos unos a otros en la familia, cuando trabajamos en nuestra iglesia o asociación, tampoco nos escuchamos. No dejamos que la gente participe en la toma de decisiones. Esto crea muchos problemas. En realidad, fortalecer a la familia es una bendición no sólo para la familia, sino también para nuestra iglesia, nuestra organización y nuestro país. A veces decimos que queremos una asociación mejor o una iglesia mejor, pero podemos conseguirlo fortaleciendo a la familia.”
“Mucha gente dice que enseñar a los niños pegándoles (o usando un palo) no es bueno para ellos. Pero nunca había oído cómo enseñar a los niños (sin pegarles).
Estoy muy contento de haber aprendido en este taller muchas maneras de enseñar e instruir a los niños sin utilizar palos. Quería aprender esta lección desde hace muchos años.”
“Me gustan todas las lecciones, pero la más importante para mí es Elogiar. Nunca elogiaba a mis hijos cuando hacían algo bueno. Por ejemplo, cuando mi hija me arreglaba la ropa... en vez de decir "Gracias", le decía "Hija mayor, no limpiaste después de coser, hiciste un desastre aquí. Tienes que limpiar esta habitación". Cuando mi segunda hija cocinaba arroz, en lugar de decir "Gracias", le dicía: "¿Por qué no hiciste curry para nosotros? También tienes que hacer curry con chile". No tengo costumbre de dar las gracias a mis hijos.
En este taller aprendí buenos estilos de crianza, estoy muy contenta por ello."
“Algunos padres cuentan que cuando empiezan a elogiar y afirmar a sus hijos, sus hijos empiezan a hacerlo también con ellos. Para algunos, es la primera vez que reciben elogios.
Un hombre dijo que su mujer había asistido a una clase de FCF. Después ella le elogió y él sintió como si se le hubiera puesto la piel de gallina de la malaria.”